La profecía, sigue siendo un don o facultad donada por Dios, El Padre, a los varones humanos que desarrollan de manera absoluta una lucidez mental ideal, mientras sueñan en estado de reposo. Resulta evidentemente claro, que el profeta verdadero adora sólo a Dios, y Dios le permite reconocer al falso, en tanto que para el falso profeta, el don de la profecía no existe, y consideraría la profecía como una estrategia socio-económica para ganar prosélitos que lo adoren.
El conocimiento absoluto de las leyes pares y su injerencia en el destino del ser humano, le permite al verdadero profeta predecir lo que, seguramente sucederá en un futuro incierto. Y ese conocimiento de los hechos futuros no responden más que al conocimiento cabalístico de los principios o leyes matemáticas. Saber cual es el efecto depende de conocer la causa, y asimismo el conocimiento de las causas define los efectos o consecuencias, como el resultado final de una operación matemática. El cálculo mal hecho resulta erróneo, y de ahí la certeza en los códigos cabalísticos.
Hablamos de las leyes "pares", pues en ningún cálculo cabalístico intervienen elementos nones. Un número no se puede sumar a sí mismo... De la misma manera que una persona no puede agregarse a sí misma como pareja. El día existe por causa de la noche, y no la noche por causa del día; pues de hecho, antes que existiera la luz, todo estaba oscuro, pero la oscuridad no existía, sino una falta de luz...!!!
Del mismo modo, vemos que en la cábala intervienen siempre elementos pares, tal es el caso de las leyes naturales y espirituales: Causa y Efecto, Retorno y Recurrencia, Vida y Muerte, Va y Ven, etc. Así, el conocimiento absoluto del efecto o consecuencia lógica de una acción, nos revela la causa u origen de los hechos o situaciones representadas en una cifra o monomio llamado incógnita. Pero el conocimiento absoluto de un factor o elemento causal, deja de ser incógnito para el profeta de Dios, es decir, el verdadero profeta, porque Dios mismo le ha mostrado en la visión de sueños lúcido, las causas y las consecuencias determinadas en la historia.
A partir del conocimiento absoluto del principio, se podrá afirmar o fundar la creación. Y es evidente la aplicación cabalística codificada en la mayoría de los libros considerados sagrados o Sagradas Escrituras. El Sánscrito es absolutamente cabalístico y profético... Es por ejemplo el caso del Génesis, primer Libro de La Biblia cuya redacción empieza como sigue:
La creación
1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2 La tierra estaba desordenada y vacía, las tinieblas estaban sobre la faz del abismo y el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas...
El principio pues, no está definido, pues el CERO [ 0 ] es de hecho, indefinido y eterno. Sin embargo, vemos que los cielos son creados a la par con la tierra y las aguas... Los cielos no son materia, pero afirman la tierra y las aguas. Y sobre este elemento tierra y este elemento agua es que se afirma toda Escritura. El elemento tierra está representado literalmente en la superficie sólida sobre la cual se escribe, en tanto que el elemento agua está representado literalmente en la tinta con la cual se escribe toda Escritura...!!!
La profecía entonces, se puede definir como la facultad para escribir, leer e interpretar las señales y visiones oníricas. El visionario puede ver y entender con absoluta claridad lo que Dios le muestra en las visiones de sueño. Algunas veces, no le será posible explicarlo, dado que tal función le está reservada a otros en el futuro. Pero la redacción acerca de los eventos podrá ser legada a través de formas y figuras literarias como tropos y alegorías.
Vemos entonces, como un tropo literario figurado en la imagen de una bestia de hierro, viene a tomar forma explícita en el bulldozer de orugas, el que más tarde, fuera modificado por los alemanes en un tanque convencionalmente bélico, casi indestructible:
Daniel 7:7-8
7 Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos.
8 Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que vomitaba muchas cosas horribles. 
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