Sin embargo, debemos tener en claro la definición correcta de los términos. El Karma alude a la injerencia infalible de los hechos y actos de un individuo, en su propia existencia y en el entorno durante sus reencarnaciones sucesivas.
El Karma es una Ley infalible; una consecuencia lógica que afecta y condiciona el entorno y condiciona al individuo a adaptarse a unos efectos coherentes.
Un reflejo lógico que condiciona al individuo en sus sucesivas reencarnaciones, es el vicio como una adición o necesidad fisiológica. El tabaco, por ejemplo, se adopta como repelente contra los mosquitos, agresivos en las labores del campo. Si el labriego no aprende a fumar tabaco, contraería quizá paludismo a través de los vectores infecciosos. Pero cuando se asume la costumbre de fumar el tabaco, su frecuente uso degenera en una adición conocida como tabaquismo.
El tabaquista adopta y desarrolla su propio vicio, como un problema psicológico que llevaría eternamente incrustado en los recovecos de la mente, de manera inconsciente, para seguirlo desarrollando en sucesivas reencarnaciones, en las que sin duda contaminará a otros, incluyendo animales, a los cuales convertirá en fumadores potenciales.
El fumador potencial inhala el humo de tabaco exhalado por el tabaquista, contrayendo de hecho consecuencias lógicas coherentes al diagnóstico médico que lo censura como fumador inconsciente. En pleno siglo XXI, el porcentaje de fumadores a nivel mundial podría ser del 95% de los organismos aéreos, pues - como se dijo antes -, no sólo se fuma el tabaco, sino todo tipo de humus que actualmente contamina el medio ambiente atmosférico. Los únicos que no fuman en el planeta Tierra,son los organismo acuáticos, pues de hecho, los gases de sus deyecciones escapan a la atmósfera en burbujas, las cuales actúan como motores sacudiendo el agua y produciendo olas y mareas. Pero los seres aéreos (que respiran el aire de la atmósfera), dependen saludablemente del oxígeno disuelto en el medio ambiente.
La reencarnación, es precisamente el regreso a la existencia corporal, después de haber permanecido por un tiempo determinado, privado de un vehículo biológico extinto. Pero el efecto de la Ley del Karma permanece eternamente activo en el espíritu, como un sueño que se sufre psicológicamente a través del deseo. El deseo es pues, la sensación de antojo por satisfacer un vicio. Y no solamente el vicio de fumar, sino en general, cualquier adición que se desarrolla a través del tiempo, afectando la salud mental y física de los organismos.
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